De
los discos que me quedaban yo y mi compadre de sacramento José
Rolando Padrón, mi gran amigo Jimmy, entre otros salíamos
en nuestras bicicletas a las esquinas donde había velloneras,
en los colmados y bares a ofrecerle el disco. Unos lo compraban y otros
preguntaban que quién era ese cantante, y le decíamos,
- “oh ese es Calderón” y ellos preguntaban - ¿y
quién es Calderón?” y respondíamos - “un
cantante nuevo que esta pegado”, cómprenoslo que solo cuesta
2 pesos.
Yo
recuerdo que una noche yo solo vendí 18 discos, “ya se
pueden imaginar la alegría que yo sentí” y por consiguiente
mi madre y demás familiares.
Luego volví al
salón Mozart a buscar parte de los 50 discos que quedaron allá
y doña Atala Blandino, Dios la tenga en gloria, cuando fui me
dijo, “ya se vendieron, vamos a mandar a hacer ahora 200 más
y toma este chequecito de la venta”. Le di las gracias y un número
de teléfono de donde entonces era empleado como mensajero para
cuando estuvieran listos los discos y algún otro chequecito me
lo comunicara ya que en mi casa todavía no tenía teléfono.
Así fue, me dijo
mi patrón, “Calderón te llamaron del Salón
Mozart para que pases a recoger un cheque de tus discos”. El me
celebraba mucho la hazaña y yo le enseñaba siempre porque
sabia que se alegraba de mis logros.
Se convirtió la
venta en una rutina, doña Atala por su lado y yo por el mío,
y en menos de 2 meses ya habíamos vendido mucho más de
5,000 discos que quienes compraban realmente eran los dueños
de las velloneras. Esto fue todo un éxito ya que el promedio
de venta en el país eran unos 7 u 8 mil discos.
Por supuesto, fuimos
a grabar de nuevo otro disco, una composición mía titulada
Lágrimas de Sangre, con el respaldo de Muchacha Linda. También
se pegaron. Seguí grabando, deje el empleo con mucha pena ya
que mi patrón fue bueno conmigo para dedicarle más tiempo a mis
discos, grabé de nuevo y fue el tema Te Perdono de mi autoría
con el respaldo de Serpiente Humana, una canción que me dio Dona
Atala de autor desconocido, otro Hitazo de la época, seguí
adelante con Quema Esas Cartas letras, de un tango que conocí
a través de una vecina en la voz de Fernando Leiba, y letras
de Alfredo Gobby, y luego Vuelve Otra Vez, de un gran amigo cantante
y compositor dominicano llamado Darío Pichardo, canción
que me copio y me enseñó mi amiga Milta, entonces la prometida
de mi amigo inolvidable Federico Vizcaíno (Felle).
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